martes, 4 de junio de 2019

Poema épico: Revolución Rusa

Por: Pedro Flores Romo

"Revolución Rusa"

Rusia prepara tu ejercito
Pon a producir tus industrias
Que has de mantener
Porque tu pueblo
No tiene que comer
Tu ejercito un jefe ha de tener
Pues alguien madera a de roer
Oxigena la llama de tu ejercito
Para que en la batalla tengas éxito
En tus abastos campos de azúcar
Objetos de guerra has de producir
Tus hombres fingen la batalla
Aunque bien no vaya
2 Millones armas son recogidas
Por otros para la lucha
Pero es entonces cuando la llama
Se empieza a agotar mientras se congela
En el reclamo de opresión
Callan en un silencio obscuro
En el intento nutrir
Aquello que por tenerlo has de sufrir
Mientras el tiempo transcurre
Por ahí de 1916 las muertes suben
Por las nubes mientras el número de
Soldados baja por los suelos
Has creado un mundo que, por pan, guerra
Un mundo en el que el odio es amor
Y la sangre es el fruto de la desesperación
Alejandra Llama a tu mentor Rasputín
Porque en una decisión
Comenzaran los disturbios
Porque hasta aquellos que conservan
Cambiaran la situación
Las mujeres esperan con desesperación
Una aparte de su ración
8 de marzo reúnen
Las ganas de cambio
Paz y pan es lo que quieren
después de 300 años un intercambio
es lo que obtienen.
15 de marzo
los Romanov han caído
y se han ido con violencia
los bolcheviques creían
que una nueva generación
que en cuna de muerte habían de nacer
1921 con un mando con la fuerza del mar
Rusia dominada estaba ya.

Poema épico: La Guerra

Por: Axel Cuéllar Ávalos

"LA GUERRA"
La guerra un campo de fuerza,
donde el héroe consigue lo que quiere,
donde el más valiente es el que puede,
aquel hombre bueno y justo,
es buen fruto.

La guerra no la gana la fuerza,
no sin la nobleza,
y mas de un hombre de realce
un hombre que ame,
para muchos un patán,
 pero para otros un gran capitán.

Un ingeniero en minas,
de nombre Aubry
persona que nadie mas quiso ser,
donde nadie mas quería ir,
el termino lo que nadie empezó,
el no pidió algo a los que no dan nada,
el miro al terror a la cara.

El sintió el escalofrió del temor
el se regocijo en momentos de amor
el lloro, sufrió y tuvo esperanza
el vivió esos momentos que otros dicen es mejor olvidar,
cuando llego su hora,
pudo decir que estaba orgulloso de lo que era ahora.

Aquel Aubry valiente,
defensor del no saber,
fiel a la bandera,
fiel a la guerra.

Pero como buen guerrero,
sigue en adelante,
tratando de pensar la línea imaginaria,
entre las oscuras noches,
llevando la esperanza de volver.

Aquel héroe conocido,
por los hombre y la historia,
mi poema le dedico,
con respeto y en escrito.
porque el alma me lo ordena
y mi pecho me lo grita
héroe noble y magnifico
que nos dio libertad.

Poema épico: La Revolución Rusa

Por: Luis David Muñoz Tapia

LA REVOLUCION RUSA

Ese mismo año, en ese día y hora, bajo tierra,                                                 en la tierra por el cielo                                                                                                                               aún más arriba aparecieron estos carteles,
 “!A TODOS¡ ¡A TODOS! ¡A TODOS!
¡A todos los que ya no aguantan más!
¡Salir y marchar todos juntos!"


La Venganza -maestro de ceremonias.
El Hambre -administrador.                                                                                                                     La Bayoneta, La Pistola, La Bomba.  


¡Adiós, Rusia del alma!, ¡Se acabó el pobre!
¡Ya encontramos otra Rusia!,                                                                                                                        ¡La internacional!
¡Vamos!, Sentado en sillón de oro toma té con bizcochos.


Nosotros no hemos firmado el pacto de Versalles.
¿pero por qué debemos pasar hambre?
¡Que sufran ellos nuestro dolor!
¡Quién pudiera hartarse una vez más!



"Nos asfixiamos de tanto viento y polvo,                                                                                  retorciéndonos, personas hambrientas.
Por eso hoy los ojos del mundo entero

 Estarán puestos en nosotros                                                                                                                             y todos los oídos alertas
captan el más mínimo sonido nuestro                                                                                                       Para ver esto Para escuchar nuestras palabras.



Vinimos a través de ciudades, pisamos fango y charcos.                                                                      Vinimos millones.


Millones de obreros, millones de trabajadores y empleados.                                                            Venimos millones, destrozados, rotos, arruinados.
Bajamos de las montañas                                                                                                                                                reptamos por bosques                                                                                                                     campos de cebada agostados por los años. 


¡Sed, danos de beber! ¡Hambre, aliméntanos!
Ya es hora de llevar el cuerpo al combate.
¡Más tupida sea la descarga contra los cobardes!                                                                           ¡Contra el montón,
fuego de metralla!



¡A fuego, a llama, a hierro, a luz, abrasa, quema, corta, destruye!
Nuestras piernas son abanicos que avientan la polvareda.
Y Rusia ya no es un pordiosero no es un montón de escombros,
no es ceniza de casas Rusia Rusia entera.


Poema épico: La Gran Guerra

Por: Alejandra Molina Cervantes.

“La Gran Guerra”
Dos bandos,
un ganador,
Europa, luego Norteamérica;
tantos heridos como flores en un campo.

Agosto de 1914,
pistolas, tanques y cañones,
miles de muertes cobradas;
los generales de los ejércitos,
decididos, de alma fuerte, rudos.

Mujeres, ayudando por doquier,
cansadas, rápidas y ajetreadas
e incluso descuidadas a la par de bellas.
Las balas parecían decir
“siento herirte”, pero los soldados no.

Aquéllos pequeños grandes hombres,
luchando por su nación,
huelgas laborales, nacionalismo y división de clases
eran motivos de guerra.

La felicidad parecía rebosante,
¿tú lo estarías?

Gavrilo Princip, asesino del archiduque,
el heredero al trono de Austria-Hungría,
Francisco Fernando, alguien atractivo,
de cabello castaño y ojos cafés.
28 de junio de 1914, la causa inmediata.

Las potencias se declaraban la guerra
unas a otras.
¡Todo un desastre!
La vida y la muerte se debatían;
ahí, en esos campos, se decidía todo.

Seguía la lucha incansable,
Estados Unidos se unió a los aliados,
Francia, Inglaterra, Rusia e Italia;
por la inmensa lucha entre los dos bandos,
más intensa que cualquier otra.

Aquéllos motores que dan la vida,
y que también te la pueden quitar,
obtenían su mayor ganancia,
el derecho al voto,
y era bien sabido que eso era gloria.

Con su garganta de acero,
los militares gritaban
“se firmó la amnistía”,
la guerra les había hecho daño.

Aquél 11 de noviembre de 1918
era histórico, el fin
y el principio de una nueva época.

Una nueva época después de La Gran Guerra…